Gestión de Riesgos Operativos: 6 mejores prácticas para un análisis eficaz de la seguridad de los trabajos

Publicado el jul. 17, 2019

Según la experiencia de dss+, existen buenas prácticas al utilizar el análisis de seguridad con herramientas como el Análisis Preliminar de los Riesgos (APR) o el Análisis de Seguridad de los Trabajos (AST). Estas herramientas incluyen un estudio preliminar y detallado de todas las etapas de los trabajos en una ubicación determinada. El objetivo es identificar los peligros potenciales, evaluar los riesgos para las personas, el medio ambiente y los activos y la imagen de la empresa, y definir medidas de control para mitigar los riesgos y prevenir las consecuencias no deseadas.

En este documento, presentamos seis mejores prácticas para un APR o AST eficaz y analizamos algunas formas en las que dichas rutinas de análisis pueden ayudar su empresa a lograr niveles de eficiencia más altos y, en consecuencia, prevenir y evitar accidentes laborales o de procesos:

  1. Seleccionar y priorizar los trabajos que serán monitoreados por las rutinas APR o AST;
  2. Nunca considerar solo información, siempre realizar comprobaciones in situ;
  3. Buscar el apoyo de aquellos que están realmente involucrados con los trabajos;
  4. Identificar medidas de control preventivas y de mitigación;
  5. Comunicar los puntos clave a todos los empleados involucrados en los trabajos;
  6. Revisar periódicamente las rutinas APR o AST.

Mejor Práctica #1: Seleccionar y priorizar los trabajos que serán monitoreados por las rutinas APR o AST.

Para iniciar el análisis de riesgos, elija los trabajos a evaluar. Seleccionarlos puede parecer sencillo en algunos casos, pero es un factor clave a la hora de elegir entre muchas actividades que se realizan en las empresas. Nuestra experiencia revela que hay empresas que son capaces de identificar cientos e incluso miles de trabajos.

Además, las empresas deben involucrar a varios profesionales con conocimiento sobre los distintos aspectos de las actividades. Por esta razón, una buena práctica es priorizar los trabajos a analizar. De esta manera, incluso si no es posible analizar todos ellos, existe la garantía de que se examinarán primero los más críticos.

Una pregunta muy común es ¿cómo identificar y priorizar los trabajos a evaluar primero? Nuestra experiencia destaca algunos criterios:

  • Trabajos con el mayor número de accidentes o cuasi accidentes;
  • Trabajos con mayor potencial de generar lesiones graves;
  • Trabajos en los que un simple error humano puede provocar accidentes graves;
  • Trabajos y procesos recientemente implementados;
  • Trabajos que han sufrido cambios en procesos y procedimientos;
  • Trabajos que son lo suficientemente complejos como para requerir instrucciones escritas.

Independientemente de los trabajos elegidos para ser evaluados, es fundamental contar con información suficiente y precisa sobre los peligros que enfrentan los trabajadores al ejecutarlos. Las empresas necesitan conocer los distintos pasos de los trabajos y las diferentes formas en que se pueden ejecutar.

Mejor Práctica #2: Nunca considerar solo información, siempre realizar comprobaciones in situ.

Los detalles de cada paso generalmente se pueden identificar mejor con la observación directa en el lugar de trabajo, con la ayuda de un profesional de Medio Ambiente, Salud y Seguridad (EHS, por sus siglas en inglés) y el supervisor directo, registrando todas las etapas mientras un empleado experimentado ejecuta el trabajo. La identificación de los pasos nunca debe basarse en lo detallado del procedimiento o solo en entrevistas con algunos especialistas en el trabajo.

Observar a un empleado experimentado in situ ayuda a garantizar que cada paso del trabajo se ejecute en la secuencia adecuada con un alto nivel de precaución, además de identificar peligros o situaciones imprevistas con mayor facilidad. También asegura que todos los pasos, incluso aquellos que se ignoran comúnmente, como la instalación/configuración y la revisión final, también sean identificados y mapeados.

Si no se identifica un paso, tampoco se pueden evaluar los riesgos asociados y no se implementarán las medidas de control adecuadas. Una vez que se completa el proceso de verificación in situ, los miembros de APR o AST revisarán los hallazgos y asegurarán que todos los pasos de los trabajos se hayan identificado suficientemente.

Mejor Práctica #3: Buscar el apoyo de aquellos que están realmente involucrados con los trabajos.

Se espera que el Análisis Preliminar de los Riesgos (APR) o el Análisis de Seguridad de los Trabajos (AST) se lleven a cabo con la asistencia de los empleados de la empresa directamente involucrados en los trabajos, buscando la máxima información posible sobre tales tareas. Los profesionales de seguridad ocupacional también son una fuente excelente donde buscar ayuda durante estas rutinas, ya que tienen experiencia en el uso de las herramientas APR o AST, así como en estrategias para prevenir y mitigar los riesgos operativos.

En muchas situaciones, identificar las medidas de control apropiadas y disponibles es complejo. Puede requerir el uso de diferentes tecnologías, formas alternativas de realizar un mismo trabajo y el uso de equipos de protección colectivos o personales con especificaciones diferentes a las habituales. Buscar ayuda es fundamental para que el análisis tenga la profundidad y calidad necesarias. Los empleados que están realmente involucrados en los trabajos son la principal fuente de ayuda en estos casos. Nadie más sabe mejor qué eventos no deseados pueden ocurrir, qué ha sucedido realmente, así como qué es posible o qué no es posible lograr. Además, los especialistas en procesos operativos generalmente pueden colaborar fuertemente en la realización de las rutinas APR o AST en casos más complejos.

Mejor Práctica #4: Identificar medidas de control preventivas y de mitigación.

Una vez identificados los peligros y evaluados los riesgos del trabajo, es fundamental que la identificación de las medidas de control se lleve a cabo de forma que se gestionen adecuadamente los riesgos operativos. Las estrategias apropiadas siempre implican el uso de medidas de control preventivas y de mitigación.

Las medidas preventivas de control son aquellas que contribuyen a evitar la manifestación o liberación de energía involucrada con agentes peligrosos o incluso a evitar que esa energía llegue a las personas. En otras palabras, evitan que ocurran eventos no deseados. Por otro lado, las medidas de control de mitigación actúan solo como resultado de eventos no deseados, pero no evitan que ocurran los eventos.

Por ejemplo, usando controles de ingeniería, aislamos a las personas de las fuentes de energía y, por lo tanto, evitamos que entren en contacto o se expongan a estas fuentes. Cuando se adoptan equipos de protección personal, solo protegemos a las personas, minimizando las consecuencias. El casco de seguridad no previene la ocurrencia de eventos no deseados (cuando un objeto cae sobre alguien), pero puede reducir el alcance de la lesión de los empleados, mitigando sus efectos o consecuencias.

También es importante tener en cuenta la jerarquía de control - una herramienta conocida y de uso común para desarrollar medidas preventivas de riesgos asociados a los trabajos. Hay cinco controles que se enumeran en orden de efectividad: eliminación; reemplazo; controles de ingeniería; controles administrativos y equipos de protección personal.

Mejor Práctica #5: Comunicar los puntos clave a todos los empleados involucrados en los trabajos.

Después de completar las rutinas APR o AST, se espera que sus resultados se documenten y se pongan a disposición de los empleados para que estén al tanto de los peligros asociados con sus trabajos y sepan que las medidas preventivas ayudarán a mantenerlos seguros. Es común que el equipo de análisis dedique mucho tiempo a esas rutinas y que sus resultados acaben olvidados en algún directorio o servidor de la empresa.

Sin embargo, las rutinas APR o AST deben producir documentos dinámicos que capturen información sobre los riesgos y sus controles y que también sean la base para comunicar a los empleados los peligros en sus trabajos y las mejores prácticas para prevenir accidentes.

Los empleados deben saber que las rutinas APR o AST están implementadas en la empresa y que tienen acceso rápido y fácil a sus documentos. Lo más importante es que deben poder comprenderlos y actuar basándose en ellos. La comunicación y la formación son procesos fundamentales para resaltar los puntos clave. Se espera que el liderazgo garantice que la información llegue a todos los empleados involucrados.

Cuando todo el equipo está debidamente guiado, los trabajos se ejecutan de forma sistemática, optimizada y organizada. También es posible tener una mejor planificación con prevención y mejoras en otros aspectos y áreas, como reducción de retrabajos, costos innecesarios y tiempo de realización de las tareas.

Mejor Práctica #6: Revisar periódicamente las rutinas APR o AST.

En nuestra experiencia, hemos visto a varias empresas dedicar muchos esfuerzos a las rutinas de APR. Sin embargo, nuestra revisión revela que es común encontrar análisis que no reflejan la forma real en que se ejecutan los trabajos a diario. Esta brecha se debe a los cambios que se han implementado en los procesos operativos. También es común ver rutinas APR o AST que son obsoletas, incluso para trabajos que ya no se ejecutan.

Establecer la frecuencia de revisión para cada rutina APR es fundamental, teniendo en cuenta la complejidad y el nivel de riesgo de cada trabajo. Los trabajos con un mayor nivel de riesgo deben revisarse con más frecuencia.

Recomendamos revisar las rutinas APR o AST siempre que ocurra una de las situaciones mencionadas a continuación:

  • Accidente con lesiones graves, impactos significativos en el medio ambiente o activos operativos;
  • Incidentes de alto potencial;
  • Cambio de circunstancias, situaciones o condiciones operativas (por ejemplo, condiciones ambientales como lluvia, viento, niebla, etc.);
  • Cambios en equipos y tecnologías.

La Gestión de Riesgos Operativos es una búsqueda continua que requiere una atención también continua. El Análisis de Seguridad Laboral es un componente importante para lograr una cultura de prevención. Involucrar a los empleados en este análisis e identificar la mejor forma de comunicarse con ellos sobre la percepción de los riesgos puede ayudar a las empresas a tener una tendencia a la baja en los incidentes e incluso eliminarlos y mejorar aún más la seguridad operativa.